Parte I: ‘Noches largas, hombres extraños y una sombra observando en la
obscuridad’.
Él la
ve levantándose del banco, desorientada. Ella camina, él la sigue. Su teléfono
suena y deja de seguirla para contestar.
Su amigo le habla pero la mirada de él sigue a la chica, cuando corta la chica
ha desaparecido. Su corazón se acelera,
preocupado por la chica que hubiese podido ser y no es. Entra a un bar
resignado y pide una copa; cuando el barman vuelve él no está más.
La
busca desesperado y la ve, sentada en la vereda viendo la gente pasar. Su
corazón se encoje, dejando un sabor amargo en la sangre.
Calla
y vuelve a su casa. Su familia habla de ella, según dicen es la de mejor
calidad. El intendente le hace visitas recurrentes. Su hermano también, su
padre y su tío. El mira la cena con asco y un pensamiento recorre su mente. Su
familia le pregunta por lo que hiso esa tarde y él encoje los hombros, responde
vagamente con un 'nada', escondiendo
la verdad. No come más y se va a acostar pensando en lo larga que va a hacer la
noche para ella.
Parte II: ‘Atrapada en sus fantasías, no lo ve y vende su amor a otro
hombre’.
Él
camina, buscándola. La encuentra mirando unas flores con los ojos llorosos, se
resigna y entra a un motel. El suspira, y comprende porque la mitad de los
hombres de la ciudad han usado ese cuerpo.
Compra en el puesto una rosa. Se sienta en un banco, esperando que ella
salga. La ve salir y trata de llamar su atención. Nada. La ve caminar, y
gracias al tiempo invertido en ella sabe a donde va. Se sube a su auto. Y
maneja hasta allí, pero cuando llega es demasiado tarde; la ve subirse al auto de otro hombre.
Pega
su cabeza contra el volante siseando una gran cantidad de insultos. Estaciona
el auto en la banquina y marca un número en su celular. Su amigo contesta. Se ponen a hablar de ella;
el amigo dice que ha hecho esa vida desde sus dieciséis y desde los dieciocho se mantiene igual, pero
últimamente su cara se está hundiendo lentamente, gastada.
Le
pregunta por qué le interesa y no tiene
otra opción que contarle. Su buen amigo se ríe de él, y le comenta que ella
frecuenta la Avenida St. Sean para hacer
parte de su vida. Le aconseja que se olvide de ella, que no vale la pena, que
es sólo una prostituta. Y él le grita que no es tan fácil y le corta, poniendo
en marcha el auto.
Parte III: ’Ella volverá a su lugar
de nacimiento y un ángel morirá’.
Él
mira, escondido, cuando cambia un par de euros por un paquetito con un
contenido blancuzco. Se decepciona de ella y cuando pasa a su lado intenta
entregarle la rosa pero, ella ni siquiera lo nota. Ella se tambalea hasta el
motel de la esquina.
Se
sube al ascensor y pone la llave frenética en la puerta, tan frenética que ni
siquiera se da cuenta que él está atrás suyo. El chico suspira, y baja
desmotivado hacia la recepción, pasa sin mirar nada y se mete en el auto. Poco
a poco se queda dormido. Cuando despierta, es gracias a los bocinazos
insistentes de una ambulancia; corre el auto, y se baja de él casi corriendo.
La dueña del motel está hablando con un policía. Sus ojos están empañados y susurraba algo
como 'Venía a aquí casi todas las noches'.
Un par de doctores subían a la ambulancia con un cuerpo en brazos. Era ella. El
shock le pegó tan fuerte que cayó de rodillas, pidiendo clemencia a Dios. Logró
que lo subieran a la ambulancia a él también. Entre su histeria, la histeria de
un hombre que veía a la mujer que había amado sin vida, estiró su mano y tomó
la de ella.
Parte IV: ‘Hace mucho frío para que los ángeles vuelen esta noche’.
Para
ser que su cuerpo había pasado por las manos de demasiados hombres, el funeral
estaba casi vacío, exceptuando a él, la chica que le había vendido la droga, la
dueña del motel y el párroco. Este había terminado de hablar y tocaba que
hablen loe presentes. Las dos mujeres negaron con la cabeza, y él se armo de
valor y tomó el micrófono que el párroco el ofrecía. Como si con el micrófono
ella escuchara. Sus palabras flotaron en
el aire armando una historia.
'La
conocía más de los que muchos suponen. Ella había sido mi amiga, mi compañera,
un amor. Pero cuando ella empezó su nueva vida, se olvidó de mí. Hubiese sido
afortunado si a mí me hubiese ocurrido lo mismo. Pero dicen que el primer amor
no se olvida. Me hubiese gustado tener el valor suficiente para hacer más que
observarla desde las sombras. Hacerla subir a mi auto antes de que me olvidara
completamente. Ofrecerle una mano amiga, una mejor vida. Pero no lo hice y me
arrepiento muchísimo.
Fue
un ángel para mí, y no se merece que nadie la juzgue por lo que hiso. Decían
que era la de mejor calidad, pero lo que en realidad ocurría es que ella estaba
atrapada en sus fantasías, esperando uan vida mejor. Hoy hace mucho frío para
que vuelen los ángeles, hoy tiene que estar todo el mundo de duelo, porque se
ha perdido una persona que no merecía haber llevado la vida que llevaba.'
Lo encontraron un par de días después en su
habitación muerto de una sobredosis, y con un papel arrugado en la mano que
decía: 'Te amé, te amo y te seguiré amando, Ángel'.
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