25 feb 2014

Heart-Shapped Box.

"Yo no haría eso." Una voz suena a mis espaldas, tan silenciosa que no me sobresalto, ni me molesto en voltear a ver a su dueño. Miro abajo, el río, todo está negro, porque no hay luna. Nunca entendí por qué le llamaban luna nueva, si ni siquiera se ve. Además, la luna parece más nueva cuando esta completamente rellena.
"Y a ti qué te molesta." Balanceé los pies, golpeándolos contra la baranda de cemento, donde estaba apoyada.
"Nada, pero para que sepas, la caída no te mataría, solo te romperías un par de huesos, incapaz de nadar, y morirías ahogada. Con mucho sufrimiento. Además tardarían en encontrar tu cuerpo y hasta que lo hagan, harías que todo el condado se ponga histérico buscando a una estúpida adolescente que ya está muerta."
Siento su cuerpo apoyarse contra el muro, pero está mirando el lado contrario.
"No soy adolescente. Voy a cumplir 21." Miento, frustrada, ya que estaba a punto de saltar cuando este tipo llegó.
"Pues te comportas como una. Alguien de 21 años sabría que hay maneras más sencillas y menos dramáticas para suicidarte."
"¿Cuál es tu problema?" Digo, hastiada.
"Ninguno. Ven." Cansada, dejándome convencer por ese extraño y por las pocas ganas que tenía de morir ahogada, levanto mis piernas, me giro y apoyo mis extremidades en el piso.
Un tipo de veintitantos me mira. Tiene el pelo color rubio sucio, y corto. Sus ojos son oscuros, casi negros, resaltan con su piel blanquecina y cuando sonríe, me da miedo. Es... diferente. Tiene puesto un guante con los dedos cortados en la mano derecha, unas converse negras que tienen como dos años demás de su tiempo estimado y un buzo negro.
"Lithium."
"Sadie."
"Un placer haber frustrado tu intento de suicidio."
"Un placer no haberme roto los huesos y ahogado."
Y vuelve a hacerlo, vuelve a sonreír y tiemblo, y no es por el frío.
No siempre pensé en la muerte como algo cercano y una opción. Quiero decir, hace 3 años el suicidio hubiese sido algo que le pasaba al vecino de mi tía, a algún famoso, algo lejano, casi inexistente. Ahora la muerte me sonríe y me lleva de la mano, la depresión es mi mejor amiga y la música pop es mi mayor enemiga.
No le quiero echar la culpa a nadie porque no es mi estilo, supongo que de un día para el otro no le encontraba sentido a seguir viviendo.
"¿Cuántos años tienes, en realidad?" pregunta mi acompañante, mientras seguíamos caminando con dirección a ninguna parte.
"16." Cruzo los brazos bajo mi pecho para retener el calor.
"A los 16 yo estaba feliz con mi vida." Comenta y doblamos en una calle.
"Perdona, no sabía que se tenía que tener cierta edad para ser infeliz. De todas maneras, ¿cuántos años tienes tú?" No parecía de más de 25.
"21." 5 años mayor que yo.
"Mira, con esa edad no es que eres la voz de la sabiduría."
"¿Y tú que sabes? Al menos impedí que una adolescente se suicidara." Doblamos otra vez y nos detuvimos en frente de un edificio. "¿Quieres entrar?"
"¿A dónde?"
"A mi departamento, pensé que era obvio." Tomo aire. Mi casa queda demasiado lejos, ningún taxi va a pasar y de todas maneras no tengo dinero suficiente para él. Hacía diez grados y yo no voy vestida lo suficiente.
"No voy a tener sexo contigo." Digo, al ver que no tenía otra opción.
"No te pedí que lo hicieras." Lithium abre las puertas del edificio y entramos. Es viejo y no tiene ascensor así que subimos las escaleras.
"¿Por qué Lithium?" Pregunto cuando entramos al departamento y veo que es un gran desastre, con todas las cosas tiradas en el piso.
"Porque mi mamá era una gran fan de Nirvana."
"¿Y tú lo eres?"
"Supongo que lo llevo en la sangre."
Camina por un pasillo y yo me quedo parada en el living, esperando órdenes.
"¿No vienes?" Dice, al notar que no lo sigo.
"¿A dónde?"
"A mi habitación, el sofá no es cómodo y tiene más de 20 años."
Lo sigo y cuando entramos en la todavía mas desordenada habitación, se saca el buzo y la remera, quedándose en jeans. Pero no tarda mucho en sacárselos también y yo doy un paso atrás y me concentro lo mas que puedo en sus ojos cuando digo:
"Creí que había dicho que no iba a tener sexo contigo."
"Creí a ver dicho que no te pedí que lo hicieras. Dos personas pueden dormir en una misma cama en ropa interior sin tener sexo previamente o después."
"Da igual." Suelto el aire que sin saber había estado reteniendo y me saco las botas, las medias y el incómodo vestido, quedándome en mi sencilla ropa interior negra de algodón.
Me tiro en la cama donde él ya está. Los dos miramos el techo por un rato.
"Sadie. ¿Tus amigos te dicen «Sad» o «Die»?"
"De ninguna de las dos, porque no tengo amigos."
"Yo te diré Die, porque impedí que hicieras eso, morir."
"Gracias por eso, creo."
Siento la persona a mi lado levantarse y me remuevo, abriendo mis ojos lentamente.
"¿Tus amigos te llaman Lith?" Pregunto, haciendo que se detenga y me mire. Su pelo esta aun más despeinado que anoche y tiene menos ojeras.
"No tengo amigos."
"La antisocial aquí soy yo." Digo y me siento en la cama. Veo que sus ojos miran mis pechos por unos segundos y después se concentran en mi cara.
"Pues parece que somos dos."
Sale de la habitación y lo sigo.
"¿Te puedo llamar Lith?" Entramos en la cocina y el saca la leche de la nevera.
"Sí." Después saca unos cereales y unos bols mientras yo me siento en la pequeña mesa de dos. Deja las cosas en la mesa y se sienta. Me mira, lo miro. Veo una barba de algunos días sombrear su mandíbula.
"¿No tendrías que estar en la escuela?"
"Sí. O muerta."
"¿Quieres que te lleve a tu casa?"
"Como quieras."
"Tengo que ir a trabajar de todas maneras."
"Está bien." Me levanto y me llevo conmigo el bols de cereales vacío.
Voy a la habitación y me cambio. Siento a Lith abrir el placard atrás mío y comienzo a trenzar mi pelo.
Veo el reflejo de Lithium atrás mío, mirándome. Me lleva una cabeza y se ha peinado y puesto un bonito sweater.
Me sonríe, y aunque no me da miedo como anoche, sé que algo de esa sonrisa no es normal.
Dejamos el departamento y caminamos hasta su camioneta, que es vieja pero no reconozco marca o modelo.
Pregunta la dirección de mi casa y le respondo. Veo que son las nueve de la mañana y no me preocupo porque mi papá no llega hasta las 11 del trabajo.
Unas cuadras después hablo.
"Lith, ¿por qué me salvaste anoche?"
"Porque yo me tuve que salvar solo muchas veces."
Seguimos el camino en silencio hasta que llegamos a mi casa.
"Supongo que este es el final." Dice, mientras una idea ronda en mi cabeza.
"Supongo" digo, y me acerco a él y sin pensarlo le doy un beso, porque siento que debo hacerlo. Y él me lo devuelve, y siento que debía hacerlo.

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